Las piedras calientes (piedras pequeñas, medianas y grandes, de rio, de mar o de campo, gemas o piedras semi preciosas, planas por uno de sus lados) tienen la virtud de que, gracias a su peso, el calor y la energía que desprenden, cuando las aplicamos sobre la cabeza, pueden absorber los pensamientos del alumno y dejar así que este entre en un estado meditativo propicio a la relajación anti estrés.